Wirikuta: el límite invisible de la vida en el desierto

En el corazón del Altiplano potosino, el territorio sagrado de Wirikuta, ubicado en el municipio de Catorce, San Luis Potosí, representa uno de los ecosistemas áridos más complejos, diversos y culturalmente significativos del planeta. Su extensión —de poco más de 140 mil hectáreas— podría parecer modesta frente a la inmensidad del Desierto Chihuahuense, pero su densidad biológica es proporcionalmente excepcional: se han documentado 526 especies de plantas vasculares y 96 especies de aves, lo que equivale aproximadamente al 17 % de la flora y al 30 % de la avifauna conocidas para toda la ecorregión (CONANP, 2012; Granados-Sánchez et al., 2011; WWF, 2023).

Este espacio, además de ser un refugio ecológico, es, desde tiempos inmemoriales, el lugar sagrado dónde se sale de las penumbras para que amaneciera por primera vez. Es la universidad de la cultura wixárika y el eje espiritual del mundo; un punto de equilibrio entre la vida que se sostiene en el futuro soñado por los antepasados, en las cuevas profundas del mar.

Sin embargo, la permanencia de esta riqueza está siendo amenazada por un proceso silencioso pero devastador: la crisis hídrica del acuífero Vanegas-Catorce (clave 2401). Este sistema subterráneo, que alimenta tanto a las comunidades humanas como a la biodiversidad del entorno, se encuentra oficialmente en estado de sobreexplotación, con un déficit de 7.9 millones de metros cúbicos anuales (CONAGUA, 2024).

Esto significa que cada año se extrae más agua de la que el sistema puede recuperar de manera natural, generando una pérdida neta que se acumula y profundiza con el tiempo. A pesar de este diagnóstico, el 18 de octubre de 2025 se presentó una denuncia ciudadana ante la Comisión Nacional del Agua por la perforación ilegal de un nuevo pozo entre Estación Catorce y Estación Wadley, dentro de los límites del Área Natural Protegida y Sitio Sagrado Natural de Wirikuta (CONAGUA denuncia para el portal).

Según la propia información de la CONAGUA, la obra carece de concesión hídrica y se asocia a intereses privados relacionados con la expansión agroindustrial de la zona. El grado de sobre explotación, ya documentada por la CONAGUA equivale a más de 7 900 millones de litros de agua, una cantidad suficiente para abastecer durante un año completo a cerca de 145 000 personas, es decir, a una ciudad entera del tamaño de Matehuala o a diez veces la población actual del municipio de Catorce.

En términos ecológicos, equivale al agua necesaria para mantener hasta 10 humedales naturales o al volumen que permitiría irrigar más de 260 hectáreas de cultivos intensivos, como los invernaderos de chile y tomate que hoy proliferan en el Altiplano potosino. El problema no radica solamente en el exceso de extracción, sino en la naturaleza del agua que se está perdiendo. Los acuíferos del Altiplano potosino almacenan agua fósil, atrapada durante miles de años en formaciones geológicas de muy lenta recarga. Extraer más de lo que la lluvia infiltra implica agotar una herencia hidrogeológica acumulada durante eras, un recurso no renovable en escala humana.

Conforme se profundizan los pozos para compensar la escasez, el sistema entra en un proceso de inversión hidráulica: el agua de las capas profundas —más antigua y con altas concentraciones de sales y metales— asciende hacia los niveles de uso humano, generando un deterioro progresivo en la calidad del recurso.

El resultado es un círculo vicioso: cada metro más de perforación ofrece agua más salada, más costosa de extraer y, en muchos casos, potencialmente peligrosa para la salud por su contenido de arsénico, fluoruro y otros minerales pesados (Villalobos & Jurado, 2017).

Este proceso no solo marca el inicio de una crisis ambiental, sino también de una transición ecológica hacia la insostenibilidad, donde el equilibrio natural que permitió la existencia de Wirikuta se está rompiendo. En un territorio donde cada cactus, cada ave y cada semilla dependen del pulso hídrico subterráneo, la pérdida anual de millones de metros cúbicos equivale a un debilitamiento estructural del ecosistema. Lo que se extingue no es únicamente el agua, sino la capacidad del desierto para sostener la vida. Si la tendencia continúa, el acuífero Vanegas–Catorce podría convertirse en un sistema colapsado, incapaz de recuperarse incluso si cesara la extracción. Así, el déficit de 7.9 millones de metros cúbicos no es un dato técnico más: es la frontera visible entre la resiliencia del desierto y su colapso irreversible, una alerta que interpela no solo a las autoridades y a la ciencia, sino a toda la sociedad que depende, directa o indirectamente, del agua que Wirikuta ya no puede ofrecer.

En otras palabras, lo que está ocurriendo en Wirikuta es un proceso de colapso hidrogeológico con implicaciones ambientales y sanitarias graves.

En diversas comunidades del altiplano se ha reportado que el agua extraída de los pozos presenta niveles crecientes de salinidad y, en algunos casos, emanaciones termales con altos contenidos de minerales disueltos (Villalobos & Jurado, 2017). Este fenómeno sugiere que, debido al abatimiento del nivel freático, el agua del acuífero superior ha comenzado a ser reemplazada por aguas más profundas de origen hidrotermal, ricas en metales pesados y elementos traza como arsénico, fluoruro o manganeso, los cuales pueden representar riesgos significativos para la salud humana (CONAGUA, 2024).

Desde un punto de vista técnico, este fenómeno es producto de una inversión del gradiente hidráulico: al extraerse más agua de la disponible, las presiones internas de los estratos inferiores fuerzan el ascenso de aguas antiguas y mineralizadas hacia los niveles de abastecimiento humano. En consecuencia, la calidad del agua se degrada de forma irreversible, alterando también la química de los suelos, reduciendo su capacidad de retención y cambiando la dinámica de los ecosistemas que dependen de esa humedad residual.

En Wirikuta, esta degradación afecta directamente a las cactáceas, especies emblemáticas de la región cuya fisiología depende de balances muy delicados de humedad y salinidad. Variaciones mínimas en la conductividad eléctrica del suelo pueden interrumpir los procesos de absorción hídrica, provocando el marchitamiento y muerte de ejemplares endémicos que tardan décadas en madurar (Ermakova, 2022). La sobreexplotación del acuífero está estrechamente vinculada al modelo económico dominante en la región. En las últimas dos décadas, el altiplano potosino ha sido objeto de una expansión agroindustrial orientada a la producción intensiva de chile, tomate y forraje.

Según estimaciones locales, el riego de apenas 160 hectáreas de tomate demanda más de 4 millones de metros cúbicos de agua al año (El Proyecto Esperanza, 2021). A ello se suman granjas avícolas y porcinas de gran escala, cuya operación requiere volúmenes aún mayores y genera desechos orgánicos que contaminan el suelo y los mantos freáticos. Este crecimiento ha sido facilitado por un marco regulatorio laxo y por la ineficiencia en la vigilancia ambiental, lo que ha permitido la proliferación de pozos ilegales y la extracción sin control del recurso hídrico.

La presión por el agua se ve agravada por conflictos de carácter territorial. En la localidad de Wadley, los pobladores han denunciado la existencia de una escritura apócrifa atribuida a Juan Coronado, con el objetivo de ampliar las zonas de cultivo de chile. Este intento de despojo no solo amenaza el patrimonio de las familias de la comunidad, sino que refleja una tendencia preocupante: el uso de mecanismos legales fraudulentos para legitimar el acaparamiento de tierras y de agua en una región ambientalmente agotada. En este contexto, el conflicto por el agua no es solo ecológico; es una disputa por la soberanía territorial y por el derecho a la vida digna en un entorno en deterioro.

En medio de este panorama de deterioro ambiental y tensión social, también existen acciones comunitarias que reafirman la posibilidad de resistencia ecológica. En el ejido Las Margaritas, los pobladores emprendieron una acción de desalambrar su territorio de uso común, retirando cercas impuestas por actores que pretendían facilitar actividades agroindustriales y mineras.

Esta medida no solo protege la integridad del territorio comunal, sino que restituye procesos ecológicos esenciales, como la libre movilidad de la fauna, la dispersión de semillas y la recuperación de zonas de recarga natural del acuífero, así como el acceso a los lugares sagrados del pueblo wixárika. El desalambrado del ejido Las Margaritas constituye un ejemplo concreto de cómo las comunidades locales, mediante su organización y conocimiento territorial, pueden ejercer funciones de conservación ambiental más efectivas que las políticas gubernamentales.

El panorama ecológico de Wirikuta exige una reflexión profunda a nivel científico, político y social. Los signos de degradación observados —pozos termales, agua salada, pérdida de vegetación endémica— son síntomas de un desequilibrio sistémico que amenaza la viabilidad futura del ecosistema.

Desde la perspectiva de la biología de la conservación, Wirikuta puede considerarse un “punto de inflexión ecológico” dentro del Desierto Chihuahuense: un sitio que concentra el 18 % de la flora y el 30 % de la avifauna del desierto, pero que se encuentra al borde de perder la base hídrica que hace posible su existencia (Granados-Sánchez et al., 2011; WWF, 2023).

La desaparición o degradación de este enclave tendría repercusiones globales, pues el desierto chihuahuense alberga alrededor del 25 % de todas las cactáceas del mundo, muchas de las cuales dependen directa o indirectamente de los procesos ecológicos que ocurren en Wirikuta (SEGAM, 2024; Ermakova, 2022).

Si el ritmo actual de extracción y transformación territorial continúa, el sistema podría enfrentar un colapso funcional irreversible, caracterizado por la salinización generalizada de los suelos, la desertificación de los corredores biológicos y la desaparición de especies adaptadas a microhábitats específicos. Esta situación convierte a Wirikuta en un indicador global del futuro de los ecosistemas áridos: un espejo donde el agotamiento del agua anuncia la extinción de la diversidad.

La comunidad científica, los gobiernos, las los habitantes de la región, el pueblo wixárika y la sociedad nacional y internacional enfrentamos hoy una responsabilidad urgente y compartida. Proteger Wirikuta no significa únicamente preservar un paisaje de gran belleza o un patrimonio cultural, sino salvaguardar un nodo crítico de estabilidad ecológica planetaria. Los límites de la vida en el desierto están siendo puestos a prueba; si esos límites se cruzan, lo que se perderá no será solo un ecosistema, sino un modelo de coexistencia milenaria entre el ser humano y la naturaleza.

Referencias

Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP). (2012). Estudio previo justificativo del Sitio Sagrado Natural de Wirikuta y Ruta Histórico-Cultural del Pueblo Wixárika. https://www.conanp.gob.mx/anp/consulta/EPJ%20Wirikuta_%2012oct%20polign%20194%20mil%20csi.pdf

Comisión Nacional del Agua (CONAGUA). (2024). Actualización de la disponibilidad media anual de agua subterránea. Acuífero Vanegas-Catorce (clave 2401). https://sigagis.conagua.gob.mx/gas1/Edos_Acuiferos_18/sanluispotosi/DR_2401.pdf

El Proyecto Esperanza. (2021, 10 de junio). Agua y poder en Wirikuta. https://elproyectoesperanza.com/2021/mexico/agua-y-poder-en-wirikuta/

Ermakova, A. O. (2022). Cultivation as a conservation tool for cacti: Review of the botanical evidence and a case study of Lophophora williamsii. Cactus Conservation Institute. https://cactusconservation.org/wp-content/uploads/2022/06/Ermakova_2022_Cultivation-as-a-conservation-tool-for-cacti.pdf

Granados-Sánchez, D., Sánchez-González, A., & Borja de la Rosa, A. (2011). Ecología de la vegetación del Desierto Chihuahuense. Revista Chapingo. Serie Ciencias Forestales y del Ambiente, 17(esp.), 111–130. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=62921030018

Secretaría de Ecología y Gestión Ambiental (SEGAM). (2024). Área Natural Protegida Sitio Sagrado Natural de “Wirikuta” y la Ruta Histórico-Cultural del Pueblo Wixárika. Gobierno de San Luis Potosí. https://segam.slp.gob.mx/areas-naturales-protegidas/wiricuta/

Villalobos, C., & Jurado, E. (2017). Hidrología y vulnerabilidad de los acuíferos en zonas áridas del norte-centro de México. Boletín de la Sociedad Geológica Mexicana, 69(3), 545–560. https://doi.org/10.18268/BSGM2017v69n3a8

World Wide Fund for Nature (WWF). (2023). Chihuahuan Desert Ecoregion Profile. WWF Ecoregions Database. https://wwf.panda.org/discover/knowledge_hub/where_we_work/chihuahuan_desert

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