Los muertos se reúnen debajo de un hongo

The Dead Gather Under a Mushroom ~ José Benítez Sánchez 1973


El hongo (en el centro) representa el alma de los muertos que, como sombras, en forma invisible, vuelven a visitar los lugares donde antes gozaron en vida y donde dejaron las huellas de su corazón, de su memoria (arriba a la derecha están figurados dos corazones). El hongo bajo cuya sombra se reúnen para descansar, es un ‘itáikari, o sea un espanto; sabiendo que el comerlo causa la muerte, sin embargo, a veces se come cualquier cosa en la vida.

El muerto (a la derecha) se siente cansado del alma. Sentado junto al hongo, piensa y dirige sus palabras (hilo anudado que sale de su boca) hacia el cielo, Taheimá (en forma de rosa en la parte superior del cuadro), piensa: “¿cuándo terminaré mi recorrido en el mundo? Me siento cansado de recorrer tantos sitios donde anduve. Antes, se me hizo fácil recoger frutas, porque conocí las cosas que se comían y por eso las corté, pero nunca pensé que sería castigado por ello después de mi muerte. Lo que más me duele es que nunca volvemos al lugar alegre, donde las cosas se comen con alegría”.

El alma de los muertos visita los lugares donde paseaba en vida, donde se reía, donde sacaba gualacamotes y disfrutaba el sabor de las raíces y los frutos. Así, en la vida, mataba tejones golpeándolos con palos y piedras, batía el agua y la tiraba cuando se llenaba. Ahora tiene que volver a los lugares donde se tiró la sangre de tejón (que se le aparece abajo a la derecha, vertiendo sangre de la boca), y tiene que limpiar las huellas. Donde derramó agua del recipiente, tiene que borrar su traza (la flor debajo del jarrón), porque allí anda en el viento su corazón, allí quedó marcado su rostro. Tenemos que ir limpiando nuestro rostro donde desperdiciamos la vida; si cortamos una fruta, no debimos tirarla antes de acabarla toda, porque nos sentimos saciados.

Algunos wixaritari no tienen mucho que recorrer después de muertos, porque no salieron de la sierra a pasearse en tierras lejanas. Ellos cumplen inmediatamente y se convierten en aves (arriba a la izquierda); entonces llegan al cielo “con todo y plumas, con el cuerpo completo.”

Sin embargo, los demás siguen el pesado trazo de sus acciones anteriores  y “se acaban” agotados de tanto andar en forma de sombras. Al lado izquierdo, dos difuntos se reclinan contra el hongo; uno quiere que el otro lo cargue a cuestas porque ya no puede caminar, pero su compañero también está agotado, no puede cargarlo. Otro difunto, sentado enfrente, está rogando, mira el camino (que se desprende como un hilo del insecto frente a su cabeza) y piensa que todavía le falta mucho que recorrer.

Antes de poder agarrar el hilo en el cielo, de donde depende la salvación del alma, también deberán hallar las flechas (arriba a la derecha) que perdieron cuando las tiraban con su arco.

Explicación y traducción por Juan Negrín según la grabación con José Benítez Sánchez.
Texto y fotografía ©Juan Negrín 1973 -2024, Derechos digital e empresa reservados. 

Año de creación
1973
Material del objeto
Materiales y técnica
Estambre de lana, cera de campeche y madera
Dimensiones
Anchura
0.80m.
Altura
0.60m.