Hikuri a demanda: ser vivo en subordinación y tensiones

Hikuri a demanda ~ ©Perimetral Press 2023

Hikuri payeniere yuheiwerie hetsienamieme memuyukwit+wek+

“Desde que me acuerdo he vivido muchas ceremonias pero el recuerdo más viejo que tengo, era muy niña: iban llegando los peregrinos y mi papá masticó algo, lo escupió en el centro de mi cabeza, pensé que era hikuri pero era otra raíz sagrada porque traen muchas raíces, era para fortalecer mi energía; en ese momento me dieron un pedazo bendecido, me lo tenía que comer, recibir, que entrara al cuerpo. Lo que hacen algunas niñas es esconderlo y yo me lo comí”, es como trae al tiempo de ahora Paulita, una defensora del territorio wixárika donde se vive la amenaza de quedarse sin el elemento crucial de su cultura, el hikuri, la primera vez que lo recibió.

Wa+kawa teteayexeiya meripait+pai pa+ netikueriwat+ nemuyeika, karik+ meripait+ akuxi ne nunutsikaitsie ya nera´eriwa ta kie meya´ax+akak+ k+kamete, kwit+wa ne yeu tixa+ tiutakei m+k+k+ta nemu´utsie hix+apa kaneneuti´ip+tsa, hikuri ne ne´eriekai, meta nana p+ta h+k+kai waniu aix+ nereueriekak+ ya netsiuyuri ne yeu; manata ne tsiere netiyatuiriyarie chipeme, nemitakwanik+ tsiere nemutitanakek+. X+ka hikuri peútuit+arieni hipat+ t+ri mepi´awiwieta ne paunekwa´+y+ p+ta nepitakwai”, Pa+ tiyukuxata Paulita kehapa+ m+y+ mat+ari hikuri mu takwaitsie nunutsiyari. 

Sonreír entre suspiros es lo que le pasa a la maestra de primaria Paulita Carrillo Carrillo, cuando habla de esa plata. Es originaria de San Andrés Cohamiata en el municipio de Mezquitic, México. Ha sido profesora 16 años y está titulada con Maestría en Construcción del Conocimiento en una universidad a cargo de los jesuitas. Ahora también es funcionaria. Es tesorera de los Bienes Comunales en San Andrés Cohamiata, comunidad wixárika en Jalisco, México. Es “líder entre los líderes” dice, siente cómo la cuidan los marakaates, sabios wixaritari cuyo pilar cosmogónico es la flor de cinco colores, el hikuri. Sobre su nueva encomienda entiende “no es solo cuidar los dineros de la comunidad sino los recursos naturales, la gente”.Fue clave hablar con ella para este reportaje para dimensionar el conflicto socio-ambiental pues su gran maestro, un ser vivo protegido por normas mexicanas y leyes hasta prohibir su uso, es consumido por adeptos al peyotismo como una droga de alto impacto. La alucinación que experimentan teiwarixi -mestizos en wixárika-, ha sido plenamente documentada en artículos publicados en ciencias sociales, así como instantáneas en redes sociales. Pero nada iguala cuando kauyumari -venado azul- habla a los peregrinos tras varias horas de ceremonia hasta encontrar el sitio sagrado, el hikuri y comerlo. Respeto al hikuri es respeto a una misma
Paulita Carrillo Carrillo es parte de una familia con una importante potencia, a nivel comunidad es reconocido ese linaje de peregrinos, marakaates y jicareras.

Su hermana Marcelina, la mayor de cinco, vive dedicada a preparar las ceremonias, entrar en trance y hablar con el dios. “Hablamos mucho del hikuri mi hermana y yo, pero le tenemos mucho respeto y a ella no le gusta profundizar”, me aclara. Incluso dice Paulita que Marcelina habla una lengua que muchos ni entienden, cree viven estresados por todo lo que sueñan jicareras y marakaates y debe cumplirse. El recuerdo más viejo lo conserva con claridad, dice que el hikuri le ayuda a decidir bien.

“Primero me lo comí con un poquito de miedo porque había escuchado que unos veían víboras, pero fue muy sagrado, no vi nada de eso, solo me fortaleció en mi intuición”.

Paulita Carrillo Carrillo, tesorera wixaritari en San Andrés Cohamiata

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